CRISTINA MARÍN-MIRÓ
Actriz y creadora
NOMBRE: Cristina Marín-Miró
NACIMIENTO: Madrid, 19/12/1996
CIUDAD DE RESIDENCIA: Madrid
OCUPACIÓN ACTUAL: Actriz, creadora y docente
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¿En qué momento empezó a interesarte el arte? ¿Hay algún otro artista en la familia?
Creo que todos los miembros de mi familia son artistas, aunque solo algunos ejercen. Mi padre estudió Bellas Artes, y también mi hermana pequeña. Durante nuestra infancia, prácticamente todos los fines de semana mis padres nos llevaba a las tres hermanas a algún museo, y no había viaje en el que no nos metiéramos en todas las iglesias románicas y góticas que encontráramos. Lo del teatro, por otro lado, me vino desde pequeña. De niña, mis padres me llevaron a una psicóloga infantil porque lloraba desconsoladamente todas las noches, incapaz de verbalizar ni entender qué me pasaba.
La psicóloga, después de unos meses, les dijo a mis padres que me apuntaran a teatro. “Es el mejor consejo que les puedo dar. De esta forma encontrará en las palabras de otros lo que le cuesta expresar en las suyas propias”. Mis padres fueron obedientes, y una semana después entré en mi primera clase de teatro. Y dejé de llorar, y el mundo empezó a tener un poco más de sentido. Y así hasta ahora.
Si tuvieses que reflejar tu lenguaje artístico en un plato de cocina, ¿Cuál sería el título y sus ingredeientes?
Hay un sabor que me apasiona y que me gustaría que tuviese todo lo que yo hago, y es el de las alcachofas. Comer alcachofas es quedarte con el sabor en la boca durante mucho tiempo, y que este cambie incluso tras habértelas tragado, con el sorbo de agua de después. Es un sabor potente pero adaptable e influenciado por el resto de plato, con ese dulzor que no es dulzor, que es como dulzura, con ese modo de presentarse ante las papilas gustativas tan distinto al resto de verduras, impredecible, y extrañamente sexy.
Y también me gusta pensar que en realidad, lo que te comes de la alcachofa es su corazón. Es el núcleo, tierno y pequeño, despojado de todas las hojas que lo protegen pero que no se pueden comer porque están muy duras. Y es un corazón que la gente se come alegremente, sin ser consciente de ello, sin ser tan impactante ni sangriento, pero siendo eso al fin y al cabo. “La primera alcachofa” creo que sería el título de toda esta metáfora.
¿Si tuvieses que hacer un duo artístico con quien lo harías?
La persona que ha estado a mi lado desde que empezamos a hacer teatro es Mattis G. De la Fuente, el dramaturgo y director de mi compañía, La Nomai.
Es muy enriquecedor el dúo que hacemos porque abunda algo que es muy necesario y difícil de encontrar y es la confianza en el otro. Tengo una enorme fe en él, que a veces a él mismo le falta, y él la tiene en mí cuando a mí me cuesta tenerla. Y eso nos hace seguir trabajando y creciendo juntos en cada nuevo proyecto. Además de él, hay muchxs creadorxs de los que estoy enamorada actualmente y con quienes me encantaría trabajar mano a mano. Por ejemplo, mis compañerxs del curso que he hecho durante este año con Carlos Tuñón. Con cada unx de los nueve haría trescientas obras de teatro, también basándonos en el ambiente de seguridad, amor y confianza que se creó entre nosotrxs durante el curso.
¿Con qué personaje histórico te gustaría cenar?
Me tomaría unos vinos con Jesucristo, sin duda.
Cuando empiezas un proceso creativo de un nuevo proyecto, ¿Qué sueles hacer? ¿Cual es tu punto de partida?
Depende mucho de la naturaleza de cada proyecto, no es lo mismo empezar los ensayos de una obra escrita, que comenzar una creación colectiva, que un proyecto personal. Yo en general quiero tenerlo todo siempre muy pensado y medido, pero por ejemplo este año con Tuñón estoy aprendiendo a ser más intuitiva. Es increíble ver cómo cuando piensas todo mucho, al final acabas “acertando” en lo que quieres que provoque cada cosa, pero poco más. En cambio, al seguir los impulsos, aunque no sabes muy bien por qué quieres que eso sea así, el feedback que recibes es mucho más amplio y rico. Cada vez me interesa más aflojar un poco el control sobre la pieza y dejar que sea el espectador quien la complete, no quien la entienda o la descifre. También creo que esto es muy fácil de decir, pero que conseguir realmente esa libertad y falta de autojuicio en la práctica artística es un camino largo que no he hecho más que empezar.
¿Cuales son tus influencias?
Sé que es sortear en cierta manera la pregunta, pero creo que no hay nada que pueda decir que “no me influya”. Absolutamente todo es una influencia para mí, incluso a veces más de lo que me gustaría. Mis influencias son mi familia, mis amigxs, mis parejas y lo que queda de ellas cuando dejan de serlo, lo que digo, lo que no digo, lo que me dicen, el teatro que veo y el que no puedo ni ver, los niños con los que trabajo cuando no trabajo de actriz, lo que me cuentan las guías turísticas cuando voy de viaje, el cuadro con el que me quedo pinchada en cada exposición que veo y al que saco una foto. Lo que me emociona, lo que me repugna, todo influye en lo que lo que hago y en cómo lo hago, Y creo que dejarse permear por todo eso es lo que hace que los trabajos sean personales, y por tanto auténticos, y por tanto no comparables a otros.
Proyecto o pieza que recuerdes con cariño dentro de toda tu trayectoria.
Independientemente de los procesos, recuerdo con cariño cuando la gente recuerda con cariño, cuando les impacta lo que hago y se quedan con ello, como el regusto de las alcachofas. Por ejemplo, mi padre aún me recuerda una obra que hice con 16 años, Nuestra Señora de las Nubes, de Arístides Vargas. Yo hacía de abuela que se bañaba en el claro de luna a pesar de que estaba prohibido, y la mataban por ello ante los ojos de su nieto. Mi padre dice que es la vez que más tranquila y rotunda me ha visto en escena. El hecho de que esa sensación siga en su retina después de tantos años es lo que hace que ese montaje sea especial.
¿A qué sitio irías a "desconectar" del arte durante unos días?
No me gustaría desconectar del arte en ningún momento de mi vida, creo que no podría hacerlo. Por otro lado, para desconectar de todo lo que supone trabajar en el mundo del arte, que es mucho menos bonito, recargo mucho las pilas trabajando e interactuando con niños.
Aprendo mucho de esos seres a medio hacer que aún no tienen mucha idea de cómo es el mundo ni de cómo deben comportarse en él. Me fascinan, me inspiran y me conmueven.
¿Qué te traes ahora entre manos con respecto a tu trabajo?
Estoy preparando con mi compañía, La Nomai, un nuevo proyecto de creación colectiva que esperamos que vea la luz la próxima temporada. Además de eso, sigo haciendo castings como actriz para producciones teatrales y de cine y televisión. Y además de eso, mil millones de ideas que me pasan por la mente cada día, y que creo que es necesario tener aunque acaben quedándose sólo en ideas. Como nos dijo una vez Julián Fuentes Reta, “siempre hay que tener entre manos un proyecto personal”.
RECOMENDACIÓN:
La escena del encuentro entre Casey Affleck y Michelle Williams en “Manchester by the sea”. Toda la película es bestial, pero esa escena es de las cosas más potentes que yo he visto en una pantalla.
Si tuvieras que describirte en una sola frase, ¿cuál sería?
I’m ready for daylight.
¡GRACIAS CRISTINA!