ALEJANDRO NARDEN
Literatura
NOMBRE: Alejandro Narden
NACIMIENTO: 25/04/1987
CIUDAD DE RESIDENCIA: Madrid
OCUPACIÓN ACTUAL: Periodista y escritor
WEB: Link a web
¿En qué momento empezó a interesarte el arte?
Si eligiera un momento, un recuerdo, probablemente este sería una recreación engañosa construida a posteriori, una ficción. Me acompaña de siempre. Entendí desde pequeño el arte ―cualquier disciplina, escribir, que sigo haciéndolo, o aquellas como el dibujo que como hacía mal abandoné― como otra forma de aprendizaje posible y mejor que el ensayo-error. Imaginar una hipótesis que podía corresponderse o no, sostenerse o no, con la realidad que me rodeaba, y explorar hasta dónde podía llevarla. Quiero decir: de niño, aprendía tanto o más de lo que leía, de unos personajes sin cuerpo o de lo que me evocaba un cuadro, que de experiencias vividas en carne propia. Así que empecé a inventarme historias para acumular para mí esas experiencias sin salir del cuarto.
Cinco palabras que describan tu estilo.
Frontera, viaje, conjetura, reflexión, fisicidad.
Cuando empiezas un proceso creativo de un nuevo proyecto, ¿Qué sueles hacer? ¿Cuál es tu punto de partida? Parto, porque no sé hacerlo de otra forma, del ojo y la memoria. Construyo las historias a raíz de reflexiones que de pronto suscita algo externo, y con observaciones y recuerdos propios que luego deformo como materia prima.
¿Cuáles son tus influencias? Estilísticamente busco un hueco entre la prosa de Don DeLillo y la frase paratáctica y bien circunstanciada de Ferlosio, entre la sintaxis de Javier Marías y las narraciones torrenciales donde en un salto, en cuestión de pocas frases, transitas distintos espacios y tiempos, haciendo explícito que no es más que un artefacto hecho de palabras: Mathias Enard, Teju Cole, Sebald… donde la trama se interrumpa con ensayo, novelas de ideas, como ‘La vida agria’ de Bianciardi o ‘La vida en tiempos de paz’ de Pecoraro.
Proyecto o pieza que recuerdes con cariño dentro de toda tu trayectoria.
Horizonte aquí nace del viaje en tren que, desde Rabat, me veo obligado a hacer para llegar a la entrevista de acceso a la Fundación Antonio Gala en Córdoba. Convivía en Marruecos con migrantes, conocía sus historias, lo que para ellos significaba Gibraltar -la línea arbitraria entre el todo y la nada- y de pronto me veía yo sufriendo peripecias de toda clase (llegando a huir de un tipo que intentó robarme) para arribar a tiempo a ese ferry que debía llevarme a Tarifa. Me aceptaron. Entré. Y, en el salón de la Fundación, con apenas una semana de diferencia, oí a dos personas contándome la misma historia, vivida cada uno a un lado de la frontera de Ruanda con Congo. Un capítulo entre tantos del genocidio del 94. Uno recordaba el brazo enhiesto de una niña dejando de moverse, asfixiada entre una pila de cadáveres, el otro el brazo articulado de una excavadora que cubría con tierra la fosa común en que se había convertido el emplazamiento donde estuvo su hospital de campaña para ayudar a los que huían, enfermos de cólera. Componer con hechos y mis propias experiencias norteafricanas esta novela determinó en buena medida el tipo de escritor que quiero ser.
¿Dónde estás cuando no haces arte? Soy periodista en EL PAÍS, ojalá un reportero a lo Chaves Nogales, pero no.
¿Qué te traes ahora entre manos con respecto a tu trabajo?
Una novela donde, de alguna manera, han de caber un fracaso amoroso, la historia de un soldado de Gadafi exiliado en el Túnez postrevolucionario, dos atentados islamistas, la precariedad, bodas de hijas de ministros y banqueros vistas desde el punto de vista del servicio…
RECOMENDACIÓN:
Haré varias que, en realidad, continúan con esa confesión de ídolos: hablando de clásicos, los Ensayos de Montaigne y el Tristram Shandy de Sterne; de narrativa más próxima en el tiempo, Bella del Señor de Albert Cohen y las dos italianas que ya mencioné, la de Pecoraro y Bianciardi y, absolutamente actuales, a la genia Cristina Morales y su Lectura fácil.
¡GRACIAS ALEJANDRO!
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