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Foto del escritorEQUIPO NAVEL ART

MEETING a PAULA BOZALONGO


 

PAULA BOZALONGO

Poesía

NOMBRE:PAULA BOZALONGO


NACIMIENTO: GRANADA, 1991.


CIUDAD DE RESIDENCIA: MADRID


OCUPACIÓN ACTUAL: Trabajo en la Escuela de Opositores del COAM, soy estudiante de Máster en la ETSAM y escribo poesía.


¿En qué momento empezó a interesarte el arte?

La poesía siempre estuvo en casa. Desde muy pequeña recuerdo pasarme tardes enteras en la biblioteca de mi padre, en el suelo, sacando libros y libros (destrozando el orden alfabético y los géneros) y mirarlos, pasar las páginas, leer fragmentos, hacer dibujos copiando de aquella manera las ilustraciones de las cubiertas. Con el tiempo además de leerlos, los empecé a entender y a descubrir los títulos a los que volvía siempre y cada vez tenían un mensaje distinto. Después llegaron las lecturas y las ferias del libro a las que me llevaba mi padre. Y de fondo, como una intuición, siempre estuvo el dibujo. De niña, hacía dibujos diminutos de todo lo que veía por casa que luego coleccionaba en una caja (y con bastante descaro intentaba vender por unos céntimos en las reuniones familiares). Supongo que eso fue el principio del interés por la arquitectura.

Cinco palabras que describan tu estilo.

Memoria, olvido, imagen, destrucción y calma.


Cuando empiezas un proceso creativo de un nuevo proyecto, ¿Qué sueles hacer? ¿Cual es tu punto de partida?

El caos. Cada vez estoy más convencida: comenzar un proyecto, tanto de poesía como de arquitectura sumergiéndome durante un tiempo en una marabunta de referencias, conversaciones, lecturas, imágenes… que van conformando un atlas aparentemente aleatorio o ingenuo pero termina por convertirse en un catálogo de intuiciones que configura el campo semántico de lo que quiero contar.

¿Cuales son tus influencias?

Esto sí que es un caos. Como arquitecta que escribe o como poeta que intenta ser arquitecta, las influencias están todas mezcladas, y a veces el inicio de un proyecto de arquitectura es un poema o el comienzo de un libro está en la imagen de un proyecto, un viaje… A quienes más recurro con insistencia o últimamente: Atelier Bow-Wow, Rosario Castellanos, Juan Genovés, Kircher, Szymborska, Humboldt, Ishigami, Joan Margarit, García Lorca, David Bestué, Frank Báez, María Mercedes Carranza… Con toda la distancia que pudiera separarlos, creo que cada uno en su ámbito, estilo y época todos hablan de transformar en excepcional lo mundano, lo que pasa desapercibido. Con diferentes herramientas mostrar como fantástico lo que siempre estuvo ahí.


Proyecto o pieza que recuerdes con cariño dentro de toda tu trayectoria.

Sin duda, el Premio Hiperión fue el punto de partida, siempre lo recordaré con mucho cariño y su primera consecuencia, la publicación de mi primer libro, Diciembre y nos besamos. También recuerdo especialmente el proyecto con Gabi Gallego, con quien participamos en tándem en uno de los “Encuentros memoria joven” (Fundación Caja Granada, Ángeles Mora y Antonia Ortega). La titulamos “El espacio sucede en los relojes”, fue genial la experiencia porque pudimos trabajar con el fondo común de la arquitectura desde nuestros diferentes puntos de vista y experiencias como creadoras. El resultado se plasmó en una lectura, de poemas pero con un hilo narrativo, vinculada a la realización in situ de un collage de gran formato que iba construyendo ella.

¿Dónde estas cuando no haces arte?

Precisamente Margarit me dijo un día que no me convirtiera en una escritora de las que dice que no tiene tiempo para escribir ni en una arquitecta que no disfruta de la obra. Me habló de cómo entrar a ese lugar aún por construir puede ser donde se escriben los poemas. Procuro no olvidarlo y que hacer arte no sea un momento acotado. La poesía lo permite, y la arquitectura también.

¿Qué te traes ahora entre manos con respecto a tu trabajo?

Un segundo libro que cada año creo que está cerrado y, que en realidad, lo está, con defectos incluidos. Y un tercero que de momento está en ese estado inicial del caos y en el que quiero trabajar más que nunca con la memoria que guardamos de las imágenes. La memoria en poesía se suele nombrar desde un lugar donde la idealización toma mucho protagonismo. Me interesa que las fuentes visuales puedan aportar al poema materialidad, tacto, contexto y que se diluya la primera persona en una realidad compartida, la memoria de la imagen. Me interesa eso. Y para ser sincera, sobre todo trabajo en la entrega inminente del proyecto de fin de máster.

RECOMENDACIÓN:

Indigestion, de Diller, Scofidio, Renfro y Are we human? De Beatriz Colomina y Mark Wigley, un ensayo sobre la arqueología del diseño, que es también la nuestra.



¡GRACIAS PAULA!


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